La Fuerza de Voluntad

La Fuerza de Voluntad

La evolución lumínica, el crecimiento espiritual, el estado de despierto verdadero son procesos derivados de una gran Fuerza de Voluntad que permanentemente enfoca ese objetivo durante el tiempo necesario. Este tiempo es relativo a cada consciencia, pero usualmente requiere de muchas vidas, cada experiencia vivida enriquece el alma.

La meditación no es una técnica, ni tampoco algo que se hace solo “para relajarse”, es la decisión de enfocarse durante un período de tiempo en lo interno, hasta que, en esa búsqueda de sí mismo, llegamos a reencontrarnos con nuestro espíritu, consciencia, ser superior, chispa divina, alma, presencia yo soy, en fin, con una gran estructura, compleja y eterna que es lo que somos.

Eventualmente, la meditación empieza a permear nuestra vida diaria, y deja de ser una práctica diaria de unos minutos o una hora para convertirse en una forma de vivir. Entonces sentimos la presencia de Dios que se manifiesta comiendo, caminando, manejando, al hacer el amor, trabajando, estudiando y comenzamos a ver, sentir, escuchar, oler, palpar una realidad multidimensional e infinita a la vez que nos enfocamos en el aquí y el ahora. Meditamos para traer lo espiritual al plano físico, no para desconectarnos de nuestra vida sino para vivirla realmente despiertos.

El camino espiritual es un camino de disciplina y perseverancia, y como nadie evoluciona por otro, solo obtendrás aquello por lo que has trabajado arduamente. Si cada día creces en paz, felicidad, amor, fuerza interior estas siendo coherente con tu Ser Divino.

Tenemos libre albedrío para llenarnos de Dios o para ser parásitos de otros. Imagina que Dios es un gran enchufe, que permanentemente emana amor y luz, dependiendo de tus decisiones estarás lleno de esa Providencia Divina, porque estás alineado en la frecuencia del Orden Divino. Pero si por ignorancia, miedo, rebeldía decides cerrarte a Dios, también podrás continuar viviendo enchufándote de otros, siempre que esos otros también decidan mantenerse “ignorantes” acerca de sus propios procesos evolutivos. Los parásitos simplemente se van estancando en sus procesos evolutivos, alejándose cada día de la Fuente.

Reflexiona acerca de tu vida, de lo que escuchas y lees, nadie tiene la verdad absoluta acerca de nada, por eso nunca dejes de buscar tu propia verdad, y es que Dios disfruta de cada uno de los puntos de vista de sus micro partículas, si todos pensaran igual sería en extremo aburrido. Somos seres únicos e irremplazables. Un maestro puede orientarte mientras creces en independencia espiritual, pero ese maestro no puede crecer por ti, el trabajo interno es de cada quien.

Les comparto este extracto del capítulo La Voluntad del libro “La cuarta dimensión” del escriba del Tao, libro que les recomiendo ampliamente y que cada vez que leo aprendo algo nuevo.

Imaginemos una preciosa carroza de caballos digna de un príncipe real: 

Sus caballos, con las riendas en manos del cochero y el mayoral que da órdenes al cochero. Dentro de la carroza, cómodamente instalado, viaja el príncipe y su asistente. 

Los vestidos del príncipe son tan ricos, preciosos y sin mácula, que se mancharían al contacto con el aire. La luz que emana de él mismo, deslumbraría a los caballos, al cochero y al mayoral, por lo que es el asistente quien dirige al mayoral y éste al cochero y éste a los caballos. Y el príncipe no tiene relación más que con su asistente, dentro de la carroza.

Sigamos imaginando que la carroza es nuestro cuerpo, los caballos son la fuerza impulsora, el deseo; las riendas son la atención; el cochero es nuestra sensibilidad; el mayoral es nuestra inteligencia, y el asistente es nuestra voluntad, que viaja en el interior de la carroza junto al príncipe, que es nuestra conciencia. 

El príncipe es muy joven, y empezó el viaje durmiendo. La voluntad que le asiste tampoco es más vieja y experimentada que él, de modo que están en manos de los caballos que son fuertes y briosos, del cochero que es un soñador romántico empedernido, y del mayoral que es muy inteligente y astuto como zorro que defiende su piel. 

Cada cual tiene sus propios deseos:

Los caballos gustan de correr, comer, y tener sensaciones. 

El cochero gusta de bailar, beber, y tener emociones. 

El mayoral gusta de descansar, fumar, y tener ideas. 

Cada uno de ellos busca la satisfacción de sus propios deseos y ninguno piensa en servir al príncipe. 

Cada uno reclama para sí mismo la voluntad del príncipe, creyéndose muy importantes, cada uno busca su propio disfrute, usando para sí la riqueza del príncipe. 

El inocente y joven príncipe está solo, observando como sus sirvientes se aprovechan de él, y la voluntad no puede imponérseles porque todavía es débil. 

El joven príncipe no prospera en su viaje de reconocimiento del reino de su padre, que será su herencia cuando en el futuro, cumpla su mayoría de edad. Tanto los caballos, como el cochero y el mayoral, se resisten a obedecer otros deseos que los propios. 

El tiempo va pasando y el príncipe no avanza en su camino hacia su mayoría de edad, porque no avanza en el reconocimiento de su futuro reino, y no llegará a tiempo para recibir su herencia. El tiempo de que dispone está limitado y el camino es largo hasta su final. Porque es muy grande el reino. Y el avance no es posible porque la carroza sólo avanza dando vueltas y más vueltas para la propia satisfacción de sus sirvientes. 

Pero el príncipe cada vez está más despierto, va observando y comprendiendo que nunca se cansarán los sirvientes de servirse a sí mismos, antes que, a él, y así se lo hace saber a su asistente para que imponga la voluntad necesaria.

La voluntad, que también comprende la situación, llena de buenos deseos, lo intenta una y otra vez. Pero siempre terminan los sirvientes por servirse ellos mismos, y la voluntad se ve arrastrada por los deseos de los sirvientes, en contra de los deseos del príncipe que trata de avanzar por el camino que lleva a su futuro. 

Observando los intentos de la voluntad por imponerse, el príncipe va comprendiendo lo que sucede, y lo que sucede es que, ¡falta disciplina! 

La fuerza, la sensibilidad, y la inteligencia, responden cuando la voluntad reclama su atención, pero cuando la atención de la voluntad se relaja, los sirvientes se relajan también. 

De este modo, el príncipe comprende cómo ejercer su poder sobre las fuerzas que son sus sirvientes, y cuál es la tarea propia de su asistente, la voluntad, y le dice: 

Tu tarea no es transmitir mis deseos, sino asegurarte de su cumplimiento. Por ello, y en lo sucesivo, fortalecerás con el ejercicio diario, tu atención. Sosteniéndola un poco más cada día sobre los sirvientes, porque cuando relajas tu atención, los sirvientes dejan de obedecerte, y con ello no me sirven a mí.

Entonces, la voluntad que es muy servicial, respira profundamente y con gran firmeza, dirige su atención sobre el mayoral, el cochero y los caballos ordenando la marcha. Pero esta vez, no les deja solos después de la orden, sino que mantiene su atención sobre los sirvientes, y antes que cambien el rumbo tras dar unos pasos, como acostumbran, la voluntad repite la orden y sigue manteniendo su atención, observando que siguen avanzando hasta el doble de lo habitual, entonces sin perder su atención repite la orden, viendo con satisfacción que la carroza no se para ni se desvía, como hasta entonces había sucedido. 

Satisfecha, porque sabe al fin como satisfacer los deseos del príncipe, que ya está más despierto, la voluntad se decide a ejercitarse en mantener su atención alerta sobre los sirvientes, para dar un paso más cada día por el tiempo.

Porque el príncipe real, su dueño y señor, no puede bajar de la carroza y pasearse por el espacio que recorre el camino hacia el tiempo. El espacio es para los sirvientes, ellos pueden moverse con total libertad, pero el príncipe sólo puede moverse por el tiempo, su camino es el tiempo, y el reino de su padre es la eternidad. 

Así empieza la voluntad su ejercicio, llegando cada día un paso más lejos que el anterior, perfeccionando su atención en su fuerza, su sensibilidad y su inteligencia, para desarrollarlas por el tiempo que dure el viaje. 

Ya está muy adelantado el príncipe, ya está tan despierto que presiente el fin del viaje.

Desde que la voluntad, tomó las riendas de la atención, para dar cada día un paso más, no ha dejado de exigir mayor entrega a los sirvientes, y ya están tan disciplinados, que basta un susurro de la voluntad, para que la carroza se ponga en marcha y no pare hasta oír otro susurro. 

Ahora los deseos del príncipe son cumplidos con gran diligencia y exactitud por sus sirvientes. Cuando el príncipe muestre a su padre y a sus hermanos, como todos sus deseos son satisfechos por sus propios sirvientes, todos se mostrarán contentos y satisfechos de la poderosa voluntad que ha desarrollado el príncipe en su viaje por el espacio, y lo festejarán y le será entregada su herencia, su propio reino, un reino alegre y feliz, sin dolor ni muerte, un reino tan luminoso, que cada piedra, cada planta, cada animal, tienen su propia luz. Todos los seres tienen luz y color, y todos ellos sirven al príncipe, al punto de que hasta las piedras cumplen su voluntad.” Septiembre 2018. Si te resuena compártelo, pero por favor respeta el contenido y escribe la fuente: @viajesdenacho

Acerca del Autor

Natacha Henriquez

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